El próximo 14 de julio María y su hija Noemí se quedarán sin la casa en
la que viven en la calle Mandamiento Nuevo. Madre e hija están viviendo
en calidad de inquilinas, pagando un alquiler social de 300 euros
mensuales desde hace 2 meses y ahora que la ayuda social que percibían
para pagar el alquiler se les reduce a 150 euros, no pueden hacer frente
al pago de los recibos por lo que se ven obligadas a dejar el que hasta
ahora consideraban su hogar.
Sin trabajo estable, María saca
su casa adelante con los 140 euros que gana trabajando unas horas como
empleada doméstica, sueldo que no le permite pagarse un alquiler social y
mucho menos uno particular.
De espíritu luchador, no pierde las
ganas de reivindicar que: "La vivienda es un derecho", y que nadie le
está prestando ni la atención, ni la ayuda que ella y su hija de 19 años
necesitan.
María Caravaca ha movido cielo y tierra para que en el Ayuntamiento se conozca su caso y así conseguir la ayuda que necesita.
Ya
son varias las cartas que María ha enviado a la alcaldesa de la ciudad,
todas ellas -cuenta- sin haber obtenido respuesta alguna.
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