martes, 5 de octubre de 2010
A sangre frìa
"No la busques. Ningún camino te conducirá hasta ella. La maté. Tenía las manos aladas, los ojos invadidos por los sueños, la piel de fuego, el corazón deshecho. La maté del todo. A sangre fría.
Unánimemente dirán que fue en legítima defensa. Pudiera ser que así fuera. Ella se resistía a morir. Se aferraba con sus alas a mis manos y mis manos la empujaron a un precipicio sin fondo. Cayó.
Sentí casi un alivio al ver despeñarse su cuerpo vestido de promesas, de lágrimas, de espejismos, de desvelos, de fracasos. Desde el aire volteó sus ojos todavía vivos.
La suerte estaba echada. No le dije adiós. Nos habíamos despedido ya demasiadas veces. La empujé, sí. A sangre fría. Yo quedé asida a la tierra con mis manos sujetas al puente. No creo que nadie pueda darte razón de ella. No tenía paradero conocido, ni se sabe a ciencia cierta si era humana o vino de las estrellas.
Sin cadáver no hay delito, y ella era tan etérea…Tanto que ya no estoy seguro si fui yo quien realmente la arrojó a ese vacío de la noche eterna."
Relato de Carmen Jiménez
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1 comentario:
Cuanto dolor desprende el post de Carmen. La vida se encarga de poner a cada uno en su sitio, lo que ahora es dolor, luego seran nuevas oporunidades. La muralla deberia ser fuerza. saludos
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