Nada hay más
triste que mirar los ojos de un niño
aferrándose a la vida con sus manos
mientras
trata de exprimir el pezón seco de su
madre.
Ver cómo se
desprende la piel de sus huesos
mientras
servimos el café de sobremesa,
y miramos de
reojo las noticias
para no
atragantarnos con la conciencia.
Siempre se
puede cambiar de canal,
pero a estas
alturas de la película
hay que
tener mucho estómago
para poder
digerir a la muerte
en todas sus
versiones.
Se cuentan
por millones los patíbulos
alineados
perfectamente por las leyes
para que
nadie dude de la honorabilidad
de sus verdugos.
A fin de
cuentas, cada muerto
es un cero
más que asciende
del infierno al paraíso
-fiscal para
más inri-(Carmen Jimenez)
Que suerte de haber nacido en el primer o segundo mundo. Aqui me teneis con mis gemelitos preferidos.
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