La Alcaldesa
acude a confesarse….
Alcaldesa.- !Ave María Purísima!
Confesor.- ¡Sin Pecado concebida!. Dime hija
Alcaldesa.- Padre me acuso de haber presentado un ERE para
despedir a 300 trabajadores de Ayuntamiento de Jerez
Confesor.- Bueno hija, eso no es un pecado, ya sabes que estamos
en crisis y tú te ves obligada a tomar decisiones duras, pero que garantizarán
el futuro de nuestra ciudad.
Alcaldesa.- Padre es que en realidad, aunque la cosa está mal, no
era la única medida que podía tomar, lo que ocurre es que he aprovechado para
echar a la calle a mis enemigos políticos, gente de otros partidos, antiguos
concejales y técnicos que colaboraron con sus gobiernos.
Confesor.- Bueno hija, eso no está bien, reconocerlo dice mucho
de ti, además, algunos de ellos en tu lugar hubieran hecho lo mismo, por eso no
te preocupes.
Alcaldesa.- Padre, es que además he despedido a personas claramente identificadas
con los sindicatos y que suelen participar en movilizaciones, ya sabe usted, lo
que se dice “rojos”. Aunque son buenos profesionales, son demasiado molestos
con los códigos deontológicos, con que lo importante es el servicio al
ciudadano y no los caprichos políticos, con que realizan propuestas de mejora,
etc
Confesor.- Hija mía, en la iglesia eso siempre ha estado muy
presente. Ya sabes que Jesús era un poco “rojillo” y tenía debilidad por los
pobres, pero con los años eso lo hemos ido arreglando y en realidad a nosotros también nos interesa darle
mucha caña a los rojos, porque nos dejan continuamente en evidencia
recordándonos las enseñanzas de Jesús.
Alcaldesa.- Pero padre, yo he pecado, porque además no he echado de todos los
sindicatos por igual. Despedí a alguno del sindicato de los “descamisados” para
disimular, pero me quedé con la mayoría y a los del sindicato “uniformado” les
he subido el sueldo. Sé que no tendría que haber actuado así, pero es que me
ayudaron a ganar las elecciones y se lo debía.
Confesor.- Bueno hija, aunque los cristianos hacemos bien en
pagar nuestras deudas y aunque ellos también han pecado, de esa manera te has
pasado un poquito, todos somos iguales a los ojos de Dios, así que reza un
“avemaría”, ¿algo más hija?
Alcaldesa.- Si padre que para pagar esas deudas he tenido que
despedir a personas sencillas y trabajadoras porque tenía que mantener a otros
trabajadores que necesito y que entienden perfectamente el deber que tienen de
obediencia ciega para con sus superiores, ¡que es muy duro que te lleven la
contraria, por muchas razones que a veces tengan!
Confesor.- Pues hija, eso sí que no está bien. La iglesia siempre estuvo de parte de los sencillos y al menos deberías de aprender a ganártelos con tus ideas y propuestas, ¡hija!, ¡que son tus posibles votantes!. Bueno reza un “padrenuestro” y “Ego te absolvo a peccatis tuis…”
Alcaldesa.- ¡Padre, padre!, que no he terminado
Confesor.-¡¡dime hiiiija!!
Alcaldesa.-
Que para justificar todo eso
he tenido que decir algunas “mentirijillas”
- Que no hay alternativas económicas a los despidos, aunque sí las hay.
- Que sobra gente, pero que en realidad voy a tener que cerrar servicios.
- Que muchos son enchufados. Aunque la inmensa mayoría fueron seleccionados de acuerdo a los procedimientos legales y valorando sus capacidades.
- Que los sindicatos no quieren llegar a un acuerdo, pero en realidad es a mí a quien no me interesa.
- Que son los más incompetentes, inexpertos y que carecen de muchas habilidades y productividad, que así lo han decidido mis delegados políticos, cuando en realidad los eché por lo que le dije antes, seleccionados por mi y por dos o tres personas de mi confianza.
Alcaldesa.- ¡padre, padre, lo último por favor, por
favor!. Mientras hacía todo eso aparentaba dolor, pero en realidad disfrutaba.
Cuando se me ocurría alguna de estas ideas llamaba a mi amigos Antonio y Javier
y nos “partíamos de risa los tres”. ¡Tú sabes!, el resto no se entera de mucho
y dicen a todo “amen”
Confesor.-
Pues hija, por mucho que reces, todo eso no se
puede perdonar si no haces un gran acto de constricción, te sugiero que crees
una Hermandad de Penitencia, para que cada año en Semana Santa, se recuerde
aquello que hiciste.
Alcaldesa.- Bueno padre y ¿a
quién la consagro?
Confesor.- Hija, ¡yo que sé!, ¡vete ya!, ¡que me duelen los oídos!.
Voy a pedir traslado de parroquia para bregar con pecadores más sencillitos.
A LA
SEMANA SIGUIENTE….
Alcaldesa.- !Ave María Purísima!
Confesor.- ¡Sin Pecado concebida!. ¡Diiiiime hija! , ¿quÉ
quieres otra vez?
Alcaldesa.- Que ya he creado la Hermandad que me sugirió,
espero que con ella se me perdonen todos mis pecados. Hará estación de
penitencia en todas las oficinas del INEM de Jerez y la he consagrado a Nuestro Padres Jesús el NazarERE y Nuestra
Santísima Señora del DESPIDO. Le dejo la estampita.
Confesor.- Hija mía, lo tuyo no tiene arreglo.
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