viernes, 2 de abril de 2010

Oh melancolìa


Un tufillo de melancolìa vuelve siempre a punto de acabar la cuaresma, es como la reposiciòn de una pasiòn no sòlo de Cristo sino que afloran los recuerdos de cuando crio.Cuando de la mano de mis padres salìamos a ver las procesiones en la calle Larga y como en todas las anteriores , los tres primeros dias de cofradias habìa una pugna con mis primos para ver quien conseguìa una bola de cera màs grande. Batiò record un año la mia. Mi bola saliò publicada en mis manos un viernes Santo. Digo acabò inmortalizada, siendo fotografiada por Iglesias en el periodico de entonces y cuyo recorte enmarcado lucìa en el salòn de casa de mi abuela para mi orgullo ese detalle trofeìstico.
Todos ìbamos a casa de mis abuelos en pleno centro(en Rafael Rivero)a ver las procesiones desde los balcones de aquel nº 3(bis) Especialmente las que pasaban camino a San Marcos (o sea las del lunes , martes y miercoles santos) y aquellas degustaciones de las torrijas de la abuela. Allì nos juntàbamos todos los primos a los que mi abuelo Tabajete nos llamaba "los corea".
Ya el jueves y viernes eran para salir la familia a sola y sentarnos en el palcos de algun conocido donde mientras se charlaba nos ibamos a buscar esa manzana de caramelo o ese rosco de semana santa. No sin antes hacer esa paraita en Vega a comer churritos con chocolate. Afloran hoy sàbado a punto de concluir una Semana santa màs esos recuerdo de niñez. Y por ello, porque pasaron y no volveran, grito esta frase de Silvio: Ohhhhh la melancolìa.

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